Se comenta que en Figuerola D`Orcau, el pueblo donde mi abuelo nació, un
Feliu antepasado mío plantó un olmo, en el mismo lugar donde está el
plátano que se ve en la foto (hacia el centro), al lado de una iglesia y junto
a la carretera que atraviesa el pueblo (a la izquierda de la foto). En una
oportunidad, Alfonso XIII (rey de España en ese momento, hasta el año 1931),
abuelo del actual Rey de España, pasó circunstancialmente por el pueblo. Para
ese momento, el olmo tenía ya varios años, y había alcanzado un tamaño tal que
para circundarlo hacían falta 8 personas. Como el Rey no quería detenerse por
mucho tiempo en el pueblo, se le hizo algún tipo de recepción debajo del olmo,
dado que estaba junto a la carretera y de esa manera evitaba entrar al pueblo.
A las pocas horas de haberse ido el Rey, se rompió una gran rama del olmo y
cayó en el mismo lugar donde él había estado.
El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República
Española, y el Rey Alfonso XIII huyó de España. La monarquía no volvería hasta
1975, año en que muere el dictador Francisco Franco y es nombrado rey Juan
Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, que continúa hasta la actualidad.
Quizás otra hubiera sido la historia si la rama de aquel viejo olmo plantado
por mi antepasado Feliu hubiera caído unas horas antes. Y entonces ese ancestro, sin querer, hubiera cambiado el destino de un país (para mejor o para peor, no se puede saber). La anécdota llega hasta aquí, pero una pregunta, la posibilidad de algo ronda mis pensamientos. Es sólo
una idea y no tiene ningún fundamento: ¿Y si alguien hubiera “ayudado” a que
esa rama se desprendiera? ¿Si quizás alguien la serruchó para dejarla a punto
de caer? Lo único que apoyaría mi especulación es el contexto social y político
de aquella época, en que el anarquismo estaba muy extendido. De hecho, en el
casamiento del mismo rey Alfonso XIII, en 1906, hubo un atentado anarquista.
Muchos años después, la escalada de violencia de la que no quedó exento ningún
bando en España desencadenaría en la Guerra
Civil , una herida tan grande que todavía se siente con
intensidad. Pero eso es otra historia...
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