Un viaje a la historia, a uno de los tantos
orígenes de la historia familiar.
Dos carpetas con fotos, fotocopias y
anotaciones de historias relatadas por antepasados.
En el campo antiguamente llamado “La Clotilde”, donde mi
bisabuelo trabajó allá por 1906. Casco con casa original, paredes de ladrillos
pegados con barro, techo de chapa a dos aguas, galería.
Piso de mosaicos con figuras geométricas, piso de pinotea.
Revoque caído y revoque que resiste, que evita transformarse
pasado, en el límite entre la pared y el olvido.
Ladrillos que deja ver el revoque que sucumbió.
Puertas, ventanas.
Alambrados.
Plantas centenarias.
Caminos.
Montes.
Pasado y presente.
Acercarme a los lugares que
transitaron mis ancestros. El silencio, el monte y el viento, actor importante
en ese juego con la naturaleza. Las anécdotas brotan como el agua; los datos,
el esfuerzo para retenerlos. Acercarse y alejarse. Historias de vida y de
muerte. La vida está llena de contrastes.
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