Translate

viernes, 21 de septiembre de 2012

Daniel, la cámara y la criada de los García Lorca

 Hace unos meses estuve en Sevilla y no podía dejar de visitar los lugares relacionados con la vida de Federico García Lorca. Empecé por Fuentevaqueros, su pueblo natal, cerca de Granada, donde vivió hasta los 6 o 7 años. Fui a la casa donde nació, recorrí sus calles y observé cada detalle de la vida cotidiana de ese pueblo. No sólo por el afecto y la admiración que siento por Federico, sino también porque todo, todo puede ser potencial material para un actor. Se me ocurrió que no sería tan descabellado pensar que todavía podría quedar alguien que lo haya conocido, razón por la cual me lancé a las calles del pueblo en busca de gente de mucha edad. En una calle que lucía como cualquiera de los "pasajes" de Rosario, o los "callejones" de Marcos Juárez, mi ciudad, encontré a la mujer de la foto. Tomando sol en la vereda, sentada como lo hace la gente en mi pueblo, y con los pies sobre otra silla. A su lado, en el piso, un bastón. Con la excusa de no saber dónde quedaba el museo-casa natal de Federico, me acerqué y le pregunté (qué maravilloso y emocionante fue poder hacer esta pregunta: "Perdón, ¿Me podría decir dónde queda la casa de García Lorca?" Parecía que tenía una cita con Federico; esa pregunta tan cotidiana, más todo lo que vi después, me dieron una dimensión humana de su persona, fuera del mito.) La señora me contestó, y luego fui a lo que me interesaba: "¿Y usted lo conoció a Federico?". A lo que me contesta: "Hombre, si le habré hecho la cama". En ese momento me sentí en la gloria. Con el miedo a perder el momento, busqué la cámara y el mp3; la cámara no andaba, le cambié la batería alevosamente delante de la señora, y comencé a filmar cual cámara oculta de noticiero sensacionalista. Según me dijo, había sido criada en casa de los García Lorca: "Lavaba, fregaba...". No me dijo mucho más. Me fui con la sensación de que caminaba a medio metro del suelo. Después, guías de otros dos museos de García Lorca me dijeron que seguramente era mentira, que todos en el pueblo dicen que lo conocieron. Es posible que así sea, es posible que no; los argumentos de los escépticos no eran del todo coherentes tampoco. Es verdad que los García Lorca se fueron de allí cuando él era chico, y que sólo volvían ocasionalmente. Quizás nunca sepa la verdad, si esa señora le hacía la cama a García Lorca o no -pensándolo bien, si alguien va a mentir diciendo que lo conoció a Lorca para hacerse notar, suena raro que esa persona se atribuya una profesión de criado, y decir que lavaba y fregaba; podría haber seguido la mentira y decir que era amiga de la casa-.. En fin, sea como sea, eso ya no importa; después de todo, lo que sentí e imaginé cuando me dijo "Hombre, si le habré hecho la cama", no me lo quita nadie. Y eso sí es real.

1 comentario:

  1. gracias por compartir esa bonita experiencia! y felicitaciones por el blog! y vamos eh... que andando los melones se acomodan! I love you amigo!

    ResponderEliminar